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Poética


Me sorprende y seduce la fuerza escondida que de algún lugar del cuerpo brota en momentos de peligro, la infinita sabiduría de los músculos abdominales para contraer y dar a luz, la intuición con que reaccionamos en algunas emergencias, la memoria corporal para situarnos en lugares en los que hemos dejado de estar por mucho tiempo o para realizar actividades que parecen olvidadas, la rítmica respiración al dormir, la sinceridad del inconciente, la placidez después de un peligro, o de un orgasmo.
Concibo el quehacer coreográfico como un permanente buscar, proponer, observar, intuir, suponer, indagar, pedir, preguntar, confesar, sugerir, oír, provocar.
Así, mis danzas están impregnadas de los pensamientos, convicciones, sensaciones, emociones y por supuesto la creatividad de todos los cómplices en cada proceso.
Mandinga, es una laguna de agua salada en la costa veracruzana. Un lugar en donde coinciden el cielo azul, la inmensidad del agua, garzas blancas, cangrejos azul cobalto, islas de conchas, olor a sal y a yodo.
Mandinga mar es la nueva etapa de un proyecto de danza que ha sido, sobre todo, un espacio de encuentro.
Para en el encuentro, asumir tanto la vastedad de las influencias como la profundidad de las raíces y, dado que el movimiento es vida, tanto en la forma de realizar la danza, como en la expresión que buscamos, encontrar en la vida nuestro
movimiento.
Irene
